Agustin estaba en el bosque, caminando tranquilamente, cuando de repente, un conejo saltó de un arbusto y le dijo: «Sígueme, te llevaré a un lugar mágico». Agustin, sin saber qué hacer, siguió al conejo, y pronto se encontró en una hermosa cueva, llena de joyas y tesoros. El conejo le dijo: «Todos estos tesoros son tuyos, si eres capaz de superar las pruebas que te esperan». Agustin, sin dudarlo, aceptó el desafío, y pronto se encontró en medio de una aventura épica, en la que superó todos los obstáculos que se le presentaron. Al final, agotado pero satisfecho, volvió a la cueva, donde el conejo le dijo: «Eres valiente y fuerte, mereces todos estos tesoros». Agustin sonrió y, agradecido, volvió a casa, con un saco lleno de tesoros.
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