Alberto y el murciélago
Alberto se despertó sobresaltado. Había oído un ruido en la oscuridad y no podía volver a dormir. Volvió a oírlo: un crujido en la pared. Alberto encendió la luz y vio al murciélago. El murciélago lo estaba mirando fijamente y Alberto sintió miedo.
El murciélago se acercó a Alberto y le dijo: «No tengas miedo, soy tu amigo. Vengo a ayudarte». Alberto se tranquilizó un poco y preguntó: «¿Cómo puedes ayudarme?». El murciélago le dijo: «Te ayudaré a dormir. Cierra los ojos y relájate».
Alberto se volvió a acostar y cerró los ojos. El murciélago comenzó a cantar una canción de cuna. Alberto se sintió más y más relajado y pronto se durmió. El murciélago se quedó a su lado, cantándole hasta que Alberto se quedó profundamente dormido.