Alfonso estaba en el zoo, admirando a los animales. De repente, vio a un elefante africano que caminaba hacia él. El elefante le dijo:
– Hola, Alfonso. ¿Cómo estás?
– ¡Estupendamente! -respondió Alfonso, sorprendido de que el elefante pudiera hablar.
– ¿Te gustaría saber un secreto? -preguntó el elefante.
– Claro -dijo Alfonso, intrigado.
– Los elefantes africanos no son de este mundo -reveló el elefante.
– ¿Cómo? -preguntó Alfonso, incrédulo.
– Es verdad -dijo el elefante-. Somos seres extraterrestres que vinimos a este planeta hace mucho tiempo.
– Pero, ¿por qué estás aquí? -preguntó Alfonso.
– Bueno, en realidad, no lo sabemos -admitió el elefante-. Hemos estado aquí tanto tiempo que ya no nos acordamos de nuestro planeta de origen. Pero sí sabemos que debemos cuidar de este planeta, porque es nuestro hogar ahora.
Alfonso quedó boquiabierto al oír esta increíble historia. No podía creer que los elefantes africanos fueran extraterrestres. Sin embargo, tenía que admitir que era una explicación plausible para sus grandes