Alfonso estaba muy nervioso. Se sentía como si el mundo enter se estuviera cayendo a pedazos a su alrededor. Era la primera vez que se presentaba ante una multitud como este gorila, y no estaba seguro de que pudiera hacerlo. Sin embargo, sabía que no podía fallar. Tenía que hacerlo por su familia, por su clan.
Tomó una profunda respiración y caminó hacia el centro del escenario. El silencio se hizo ensordecedor a medida que la multitud lo observaba. Podía ver la expectación en sus ojos, la impaciencia por ver qué podía hacer.
No tenía miedo.
Alfonso sabía que era el mejor en lo suyo.
Con un movimiento rápido, saltó por los aires y aterrizó sobre la espalda del gorila. El simio se echó a temblar, pero no se movió. Lentamente, Alfonso fue escalando hasta llegar a la cabeza del gorila.
Una vez allí, miró a la multitud y sonrió. Sabía que tenía el control.