Alfonso sin saberlo había encantado al halcón, que a partir de ese día, le otorgó el poder de convertirse en un ave también. A partir de ese día, pasaron juntos muchas aventuras, volando libremente por los cielos, y descubriendo nuevos lugares. Vivían felices hasta que un día, el halcón envejeció y murió. Alfonso lloró amargamente, pero sabía que debía seguir adelante. Nunca olvidaría al halcón, su compañero de tantas aventuras.
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