Clara y el murciélago eran muy buenos amigos. A menudo volaban juntos por la noche, y el murciélago le enseñó a Clara todo lo que sabía sobre los insectos. Clara le contó al murciélago todo sobre la Tierra y sus habitantes.
Un día, una ráfaga de viento inseparables. Clara se encontró en un lugar desconocido, y el murciélago no podía encontrarla. Clara se asustó y empezó a llorar.
De repente, oyó la voz del murciélago. «¿Por qué lloras, Clara? Si no puedes encontrar el camino, sólo tienes que pedir ayuda».
Clara se dio cuenta de que el murciélago tenía razón y empezó a buscar a alguien para preguntarle el camino. Finalmente encontró a un hombre que le dijo dónde estaba.
Clara aprendió que siempre es bueno pedir ayuda cuando se está perdido.