Concepción era una joven que vivía en la sierra del Perú. Era pastora y su rebaño era su vida. Un día, mientras atendía a su rebaño, se encontró con una alpaca perdida. La alpaca tenía frío y estaba asustada y Concepción la acogió. La cuidó hasta que recuperó la salud y rápidamente se hicieron amigas.
Concepción y la alpaca pasaban todos los días juntas. Caminarían por los campos y Concepción le contaría todo sobre su vida. La alpaca escuchó pacientemente y pronto fueron inseparables.
Un día, la alpaca enfermó y Concepción quedó desconsolada. La cuidó hasta que recuperó la salud una vez más, pero sabía que la alpaca no viviría para siempre.
Unos meses después, la alpaca falleció en paz en los brazos de Concepción. Concepción estaba devastada, pero sabía que había sido bendecida por tener la alpaca en su vida, aunque fuera por poco tiempo.