Dolores estaba sentada en la playa, mirando el atardecer. La llama se acercó a ella y se sentó a su lado. Los dos observaron en silencio el espectáculo de los colores que se reflejaban en el agua. Finalmente, la llama habló.
–Es curioso cómo el amor puede cambiarnos-. Dolores sonrió.
–Sí, estoy de acuerdo. Siempre nos estamos cambiando, ya sea en el amor o en cualquier otra cosa.
–¿Tú has amado mucho en tu vida?- preguntó la llama.
Dolores pensó un momento.
–Sí, he amado mucho. Y he sido amada. Y eso es lo que más importa, ¿no crees?
La llama asintió.
–Sí, creo que tienes razón. El amor es lo que nos hace sentir vivos.
Los dos se quedaron sentados amistosamente, mirando el paisaje. Y en ese momento, supieron que habían encontrado algo especial el uno en el otro.
