Fatima y su perro se acostaron temprano esa noche. Fatima estaba cansada de leer cuentos y quería dormir. Cerró los ojos y trató de dormir, pero no podía. Oyó unos ruidos en el patio. Se levantó y miró por la ventana. Vio a un gato negro que saltaba sobre el muro. El gato negro miró a Fatima y levantó una mano. Tenía una pelota en la mano. La pelota era muy brillante. El gato negro jugó con la pelota y luego la pelota se fue volando por el aire. La pelota volvió a caer en el patio. El gato negro volvió a mirar a Fatima y levantó otra vez la pelota. La pelota brillaba cada vez más. Fatima oyó que alguien llamaba su nombre. Era la voz de su madre. Su madre le dijo que se volviera a dormir. Fatima se volvió a acostar y oyó que el gato negro seguía jugando con la pelota. La pelota brillaba tanto que Fatima casi no podía abrir los ojos. La pelota siguió brillando hasta que Fatima se quedó dormida.
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