La noche era oscura y fría, y Francisco no tenía más que una linterna para iluminar su camino. Se encontraba en un bosque, en medio de la nada, y no podía evitar sentirse un poco asustado. De pronto, oyó un ruido a su espalda y, al girarse, vio a una zarigüeya que le miraba fijamente. Francisco no sabía qué hacer, pero el miedo le paralizó. La zarigüeya se acercó lentamente a él, y Francisco no pudo hacer nada más que mirarla, mientras su mente le gritaba que huyera. Cuando la zarigüeya estuvo a unos centímetros de él, Francisco supo que estaba perdido.
¿Te gustaría regalar tu propio cuento único y personalizado? Entra y consíguelo ahora
