A día de hoy, todavía recuerdo el día en que conocí a Irene. Fue un día caluroso de verano y yo estaba paseando por el campo cuando la vi. Era una vaca blanca con largas pestañas y unos ojos marrones inteligentes. Nos miramos fijamente durante unos segundos y supe en ese momento que era el amor de mi vida.
Desde entonces, nos hemos visto todos los días. Hemos pasado largas conversaciones, me ha contado cosas sobre su vida y yo le he hablado de las mías. Incluso hemos bailado una vez juntos bajo la luna llena.
Irene es mi todo y estoy seguro de que nuestro amor durará para siempre.