El lince no era un animal amoroso, al menos no hasta que conoció a Jose Ignacio. Era una noche de invierno, y Jose Ignacio estaba caminando por el bosque solo, como solía hacer. De repente, oyó un ruido detrás de él, y se dio la vuelta para ver al lince. El lince le miró fijamente a los ojos, y Jose Ignacio sintió algo dentro de él. No sabía qué era, pero sentía que tenía que estar cerca del lince. Así que, sin pensarlo, Jose Ignacio abrazó al lince. Y desde ese día, los dos fueron inseparables. Jose Ignacio le enseñó al lince todo lo que sabía, y el lince le mostró al Jose Ignacio el mundo de los animales. fue una historia de amor como ninguna otra, y nadie lo podría separar.
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