Desde que Josefa tenía uso de razón, siempre le había encantado la idea de tener un amigo imaginario. Así que, cuando tuvo edad suficiente para comprender lo que era un gibón, supo que quería uno de esos como amigo.
Josefa le pidió a su gibón imaginario que le ayudara a aprender acerca de la vida y el mundo. El gibón, conocedor de todas las respuestas, siempre supo qué decirle a Josefa para ayudarla a ver las cosas desde otro punto de vista. A menudo, inclusolla hacía reír cuando las situaciones se ponían tensas.
Sin embargo, el gibón sabía que Josefa nunca sería capaz de verlo, porque era sólo un producto de su imaginación. Aun así, seguía siendo su amigo leal y siempre estaría allí para ella, incluso cuando los demás la abandonaban.