Juana era una niña que vivía en una aldea africana. Todos los días iba a la escuela y luego a jugar con sus amigos. Un día, mientras jugaba en el bosque, vio a una cebra. La cebra era hermosa y Juana se enamoró de inmediato.
La cebra no le hacía mucho caso a Juana, pero la niña no se daba por vencida. Todos los días iba al bosque a ver a la cebra y le hablaba. Un día, la cebra se acercó a Juana y ella le dio una manzana.
A partir de ese día, la cebra y Juana se volvieron muy amigas. Juana le contaba todo a la cebra: sus sueños, sus esperanzas, sus miedos. Y la cebra la escuchaba atentamente.
Un día, la cebra le dijo a Juana que tenía que irse. Juana se puso muy triste, pero entendió.
La cebra le dijo que se quedaría para siempre en el corazón de Juana. Y así fue. Aunque la cebra ya no está con Juana, la niña nunca olvidará su bonita historia de amor.
