Julia estaba sentada en la cama, con un libro abierto en el regazo. Era una noche tranquila y silenciosa, y el sonido amortiguado de la gota de agua del grifo que goteaba en la bañera de al lado era casi hipnótico. Se sentía muy cansada, y sus ojos se cerraban gradualmente mientras leía. Cuando oyó que la puerta del dormitorio se abría, pensó que era el mandril que había estado jugando en el jardín. Pero cuando su amigo saltó en la cama y comenzó a devorar su libro, se dio cuenta de que no era un sueño.
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