Lucas era un niño que vivía en una pequeña granja con su familia. Siempre le gustó tener animales y cuidarlos, así que cuando vio por primera vez al pato, supo que quería ser su amigo. Los dos pasaban mucho tiempo juntos, jugando en el estanque y paseando por el campo.
Lucas nunca supo por qué, pero el pato nunca quiso volar. Él le decía que podrían ir a lugares increíbles si volaba, pero el pato simplemente se quedaba mirándolo.
Un día, después de una gran lluvia, Lucas vio al pato flotando en el estanque, sin poder moverse. El niño supo que tenía que hacer algo, así que nadó hasta él y lo agarró. El pato no se resistió, y Lucas lo llevó a casa, secándolo y abrigándolo hasta que se recuperó.
A partir de ese día, el pato siempre siguió a Lucas, incluso cuando volaba. Y Lucas supo que había encontrado un verdadero amigo para toda la vida.
