Lucia era una niña pequeña con un dromedario llamado Disco. Disco era muy grande y Lucia le gustaba cabalgar en él todo el día. Pero Disco no estaba muy contento con esto y trataba de evitar que Lucia lo montara.
Un día, Disco dejó de comer y beber y Lucia supo que algo andaba mal. Disco le dijo que quería ir a descansar a la arena y Lucia supo que era el final. Lucia lloró mucho, pero Disco le dijo que no era para que ella estuviera triste, sino que era para que ella recordara todos los buenos momentos que habían tenido juntos.
Disco murió esa noche en la arena y Lucia nunca lo olvidó.