Maria Antonia era una niña muy bondadosa y un día encontró a un cuervo herido. Lo cuidó y lo alimentó hasta que el cuervo se recuperó. A partir de entonces, el cuervo la siguió a todas partes y siempre le traía regalos.
Un día, un ladrón intentó robar a Maria Antonia, pero el cuervo lo atacó y lo ahuyentó. Desde entonces, la niña supo que siempre podía contar con el cuervo para protegerla.
La moraleja de esta fábula es que la bondad siempre tiene su recompensa.