Maria Pilar y el cochino se acostaron temprano esa noche, ya que Maria Pilar quería leer un buen libro para dormir. Sin embargo, el cochino seguía estirándose y roncando, y a Maria Pilar le costaba mucho conciliar el sueño. Al final, Maria Pilar se cansó de esperar y le dijo al cochino:
-¡Oye! ¿No vas a dejar de roncar de una vez! ¡Me estás impidiendo dormir!
-¡Perdona, Maria Pilar! Intentaré dormirme enseguida -respondió el cochino.
Y, efectivamente, el cochino se calló y se durmió en cuestión de minutos. Maria Pilar suspiró aliviada y se puso a leer su libro, pero era tal la concentración que necesitaba que, aunque no quería, acabó quedándose dormida.