Maria Teresa y el camello eran muy felices juntos. Todos los días, Maria Teresa le daba de comer al camello y le hablaba cariñosamente. Le contaba historias de su vida y de su familia, y el camello la escuchaba atentamente. A veces, Maria Teresa se montaba en el camello y él la llevaba a dar largos paseos por el desierto. También le gustaba cantarle canciones.
Un día, sin embargo, el camello se enfermó. Maria Teresa lo cuidó durante toda la noche, pero a la mañana siguiente el camello murió. Maria Teresa estaba devastada. Nunca volvió a ser la misma.