Un día, Martina y el oso caminaban en el bosque, cuando de repente Martina se tropezó y cayó. El oso se detuvo y le preguntó si estaba bien. «Sí, gracias a ti», dijo Martina. «Pero dame la mano, por favor, o volveré a caer». El oso extendió una gran pata y Martina se aferró a ella. El oso la levantó y la llevó hasta su guarida, donde la puso a salvo. Martina y el oso se quedaron amigos para siempre.
La moraleja de esta historia es que hay que ser amable y ayudar a los demás, incluso si son extraños.