Oscar y el zorro estaban sentados en la misma habitación. Tenían una misión que cumplir y ambos sabían que no podían fracasar.
Oscar era un joven guerrero que acababa de ser elegido para formar parte de una valiente expedición. Era el único que podía ver al zorro, una criatura mágica que solo él podía ver. El zorro le había advertido que sería necesario que cumplieran una misión importante y que no podían fracasar.
Ahora, en la habitación, estaban sentados frente a frente y planificaban su misión. Tenían que atraer a un gran monstruo que se escondía en una cueva oscura y peligrosa. Oscar sabía que sería difícil, pero no podía dejar de pensar en el zorro y en su misión.
El zorro le dijo que él sería quien atraería al monstruo, y que Oscar lo mataría. Oscar asintió, aunque no estaba seguro de que fuera capaz de matar al monstruo. El zorro parecía confiar en él, así que decidió no dudar de sus propias habilidades.
Se pusieron en marcha y llegaron a la cueva. El zorro se adelantó y empezó a llamar al monstruo. De repente, surgió de las sombras una figura enorm