Roberto y el cuervo eran muy buenos amigos. Un día, Roberto le dijo al cuervo:
«Quiero que me traigas una manzana.»
El cuervo fue y le trajo una manzana. Roberto le dio una galleta a cambio.
A partir de entonces, todos los días Roberto le pedía al cuervo que le trajera cosas y el cuervo siempre se las traía.
Una vez Roberto le dijo al cuervo:
«Quiero que me traigas una naranja.»
Pero el cuervo no pudo encontrar ninguna naranja. Roberto se enojó mucho y le dijo al cuervo:
«Ya no eres mi amigo. Te odio.»
El cuervo volvió a casa triste y nunca más volvió a ver a Roberto.