Ruben y el urogayo

Ruben paseaba tranquilamente por el bosque, admirando la belleza de la naturaleza, cuando de repente oyó un ruido extraño. Al acercarse, se dio cuenta de que era un urogayo. El urogayo le miró fijamente con sus ojos brillantes y, sin decir una palabra, se abalanzó sobre él. Ruben gritó terrorizado, pero era demasiado tarde. El urogayo le atacó salvajemente, arrancándole la carne a bocados. Gritando de dolor, Ruben trató de escapar, pero el urogayo era demasiado rápido y pronto lo alcanzó. Ruben sintió sus dientes afilados penetrar en su cuello y supo que estaba condenado. El último pensamiento que tuvo fue de terror, mientras el urogayo se lo comía vivo.