Susana y el oso eran los mejores amigos del mundo. Jugaban juntos todos los días y siempre se lo pasaban genial.
Un día, el oso se puso muy triste y Susana no entendía por qué. Le preguntó qué le pasaba, pero el oso no quería decírselo.
Al final, Susana consiguió que el oso le contara lo que le pasaba: su mamá había enfermado y se encontraba muy mal.
Susana le dijo al oso que no se preocupara, que iba a ocuparse de todo. Y así fue. Susana ayudó a la mamá del oso a mejorar y el oso volvió a ser feliz.